Los
años pueden hacernos más viejos o más sabios. La prueba de que no solo aumentan
las arrugas y el número de canas que nos adornan, es que cambia nuestra forma
de ver las cosas. Nos hacemos más flexibles, más permeables, despojándonos de
ciertas ideas de la misma manera que las serpientes se desprenden de la piel
que les aprieta. Las dejamos enganchadas en algún arbusto espinoso con el que
hemos tropezado, y ahí, ajadas e inútiles, quedan esas ideas que en su momento
creímos vitales.
Ya solo estoy seguro (y con ciertas
reservas) de lo que siento. Sin guión establecido iré compartiendo en este blog
lo que hago, mis obras, cada una única, por la sencilla razón de que hoy no
diré lo mismo que mañana, porque hoy sé una cosa y mañana sabré algo distinto.
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